Una Cruz Muy Pesada

 
Se acerca el día D de una desgracia personal. El lunes operarán a mi mamá, la invervención es riesgosa y le dan una posibilidad de 50/50. Desde hace 11 meses estoy en una montaña rusa emocional. Convivir con mi mamá y con los efectos de la enfermedad ha sido difícil, muy difícil. Los viajes, los trabajos, la familia, el dinero, la abuelita... vivo en un remolino. Soy un barco a la deriva en una tormenta que parece no tener fin aparente o feliz. En este punto, todo esto podría alargarse a un más y tomar un nuevo matiz o, por el contrario, terminar dolorosamente.
Estoy agradecido por el tiempo compartido con mi mamá, porque he aprendido mucho sobre amar a otra persona. Amar es doloroso, difícil, es el compromiso de seguir hasta el fin a pesar del dolor, la incertidumbre, el conflicto y la duda. Yo siempre he rechazado el concepto de amor acaramelado y etéreo, pero desde septiembre he popido comprobar y mejorar mi hipótesis. El amor es un compromiso autoimpuesto, algo que se vuelve una exigencia personal... el amor exige dar. Yo he dado, no sé si en cantidad o calidad suficientes, pero he dado, he aprendido y he sufrido.
No sé lo que pase el lunes, en el que curiosamente tengo una entrevista de trabajo. No sé nada, excepto que en la montaña rusa de nuevo habrán subidas y caídas... y que no hay posibilidad de bajarse.

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