Nuevo Artículo: Niños con vulva y niñas con pene

¡Un nuevo artículo! Bueno, en realidad no tan nuevo. Era una propuesta que no tuvo acogida en Gkillcity (un portal de discusión) y hasta ahora me animo a publicarlo. Definitivamente, cuando hay un público uno siente mayor presión por escribir; se siente que se está en deuda, que hay algo que pagar...¡necesito acreedores literarios!



Si queremos volver espinoso un tema delicado, simplemente tenemos que asociarlo con la niñez y ¡Pum! Tenemos automáticamente un tema capaz de levantar ampollas. La mera asociación de dos palabras (y los trasfondos subsecuentes) es capaz de levantar pasiones. Mi asociación espinosa se dio cuando junte las palabras “niñez” y “transexualidad”. Confieso que el tema no me era de todo nuevo, pero analizarlo a profundad fue bucear en una piscina de ortigas. 

No voy a ser lineal o enlistar argumentos para llegar a una conclusión obvia ¡Empecemos por lo bueno! Imaginemos usted va caminando por la calle y perro le muerde la entrepierna; tan mal y tan feo que le destroza los genitales dejándolo sin pene y testículos (En este punto le recomiendo tocar madera lo más pronto posible) Duro golpe ¿Eh? Pues bien, en este ejercicio de imaginación usted se halla en el hospital, mira su entrepierna vacía y piensa: "Mejor le pido al doctor que me ponga unas tetas... ¡Ahora llámenme Julieta!" ¿Inconcebible? ¡Por supuesto! Su identidad sexual no depende su genitalidad.

Justamente tendemos a olvidar esto último cuando hablamos de transexualidad. Hemos creado una asociación indisoluble entre lo que tenemos en las piernas y lo que tenemos en la cabeza. Bueno, esto es lo obvio. Aquí viene lo difícil ¿Podemos tener este mismo estándar con los niños en su primera infancia? ¿Podemos entender que un niño se sienta niña (y viceversa), respetar su identidad transexual y fortalecer el desarrollo de su personalidad, incluida esta característica? Cuando me refiero a niños transexuales no lo hago teniendo en cuenta a aquellos niños y niñas que participan en juegos tradicionales del sexo opuesto (niñas jugando pelota, niños jugando con muñecas). Me refiero objetivamente a niños que trascienden lo meramente recreativo y reivindican para sí un sexo diferente al biológico. Son niños que, por ejemplo, gustan ser tratados como niñas, usan toallas o camisetas simulando un cabello largo, gustan de ropa de niñas, hunden con sus deditos el pene dentro del pubis para sentir que son niñas, etc....

Aunque nos parezca sórdido, o incluso abominable, estos niños existen. Muchos de ellos serán los/las transexuales del futuro. Si usted está dispuesto a escuchar sus historias, muchos hombres y mujeres transexuales afirman que desde niños sentían esta contraposición entre sexo e identidad sexual desde muy tiernas edades. Esto nos lleva al meollo central de todo este asunto: ¿Cuál es la actitud que tenemos ante la transexualidad infantil? 

Pero ¿puede un niño, de forma objetiva y definitiva, identificarse con un sexo distinto al suyo? Sí. A partir de los 2 años, un niño empieza es capaz de identificar su género y ya empieza a identificar a las personas conforme a su sexo. Ahora bien, también deberíamos replantearnos (y quizá devolver) la pregunta: ¿Por qué creemos un niño/a NO puede hacerlo? Podríamos argumentar que su “condición de niño” le impide tomar decisiones y autoidentificarse. Sin embargo, deberíamos definir lo que consideramos como “condición de niño”. Durante la primera infancia ellos son dependientes y están en una fase de desarrollo, pero eso no los nulita como seres con individualidad... en formación, claro está. Es simplista e irrespetuoso considerar a los niños como unos seres sin capacidad de tener conciencia de sí mismos. 

La transexualidad no es un error de la naturaleza, una enfermedad o una malformación. La diversidad sexual es un hecho biológico e innegable que no se ajusta a una visión judeocristiana y machista que tenemos del mundo. Cuando un niño transexual manifiesta su sexualidad ¿No la censuramos si no es de nuestro agrado o no se sujeta a nuestra noción tradicional? Si la idea que nuestro retoño sea homosexual resulta difícil de tragar... ¡Cuánto más lo será que adopte identidad y comportamientos contrarios a su sexo biológico! Son las cosas que no se ven en esa visión tan idílica que tienen los enamorados cuando se imaginan a sus dulces bebés... Pero existen. Niños con vulva y niñas con vagina; pequeñas personas que cuya naturaleza desafía los esquemas que tenemos sobre sexualidad. Personas que construyen su identidad y a las que no podemos encasillar por mera genitalidad. Lastimosamente éste es un camino difícil, que se hace caminando, en el que no hay nada escrito; toca aprender día a día.

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