Amor: la mayor aberración de todas


Hay ideas terriblemente perjudiciales que debemos evitar: la supremacía de razas, el machismo, el laissez fair, la anarquía, la teología de la liberación, el socialismo… en fin. La lista de aberraciones del pensamiento es interminable. De todas estas ideas peligrosísimas, la que sin duda debe ser evitada por sobre todo es la del amor romántico.

El amor romántico, aquel que vemos en películas, en el que creemos y que esperamos encontrar algún día es un concepto vomitivo que debe ser rechazo por toda persona que se precie de ser inteligente. Lastimosamente es esta sociedad “Disney-Light”, donde estamos bombardeados por formas de pensar y vivir prefabricadas nos vemos atrapados desde muy temprana edad en tal falacia. Esta filosofía barata llamada amor romántico nos bombardea contantemente con un sistema de “valores” falso. No sólo eso: crea expectativas falsas, y embrutece a la gente.

Lo peor de esta abominación es que no estamos conscientes del daño. Les voy a poner una analogía práctica: Irán. Irán es un país controlado por salvajes (en otro tiempo, el país fue uno de los más cultos y civilizados de la humanidad). Estos salvajes cultivan ideas retrógradas y sin sentido (machismo, por ejemplo) entre los habitantes del país a lo largo de su vida. Las nuevas generaciones que viven en el país encuentran perfectamente normales y correctas cuestiones como el machismo. Todos aquellos que hemos crecido fuera del absurdo sistema iraní hemos racionalizado que éstas son ideas peligrosísimas y que retrasan a la humanidad (tengo que hacer una aclaración: no todos los iraníes son salvajes). Sin embargo, nosotros no estamos exentos de este tipo de ideas dañinas. Nada de eso; las nuestras sólo son diferentes.

En el ejemplo iraní todos viven con percepciones falsas y peligrosas. En nuestro ejemplo una de esas ideas peligrosas es el amor. Hemos aceptado, no sabemos de quién, este sistema llamado “amor”. Al igual que los iraníes comemos mierda sin darnos cuenta y aceptamos como verdaderas (siendo que la verdad no existe) estas ideas falsas que perjudican a los individuos y a la sociedad en general. La brutalidad de este bombardeo de ideas tontas es sólo superada por los de Hiroshima y Hamburgo. Miles de bombas de estupefacción caen a nosotros diariamente a través de telenovelas, películas y canciones de amor.

Yo no creo en el amor, para mí el amor no existe, lo repudio, no lo soporto. No me gustan las canciones de amor. Yo prefiero las canciones de despecho… son más reivindicativas. Para mí eso que llamamos amor es una idea vomitiva. El amor, más que idea, es una construcción cultural estúpida y sin sentido.

A estas alturas usted debe imaginar que yo no tengo sentimientos o alguien que me quiera. Para su sorpresa y suerte mía tengo ambas cosas. Pese a ello, creo que lo que consideramos amor está tan limitado y es tan pobre que yo prefiero definir lo mío como S.E.I. (Sentimiento Especial Identificable).

El amor como lo conocemos, como nos lo enseñaron, como lo practicamos es algo castrante. Si analizamos lo que llamamos amor resulta que sólo que pude querer a una sola persona y "formar una vida" con ella. Esa persona es desde ese momento algo “mío” y yo soy algo “suyo”. (No puede haber nadie más porque ya no sería “mío”). Además “hacemos el amor” para demostrarnos cuánto nos queremos y complementamos. Como “muestra de nuestro amor” tenemos hijos a los que queremos (Necesitamos de los hijos para demostrar nuestro compromiso con la relación). Finalmente espero que “estemos juntos hasta el final” (Algo que sólo puede acabarse con la muerte de uno de los dos)porque es el “gran amor de mi vida” (Porque sólo debe haber uno). Este concepto de amor es tan limitado, tan pobre, can carente de color.

Yo veo a mi S.E.I. como algo sin reglas, incomprensible, indómito. Es un caballo salvaje que corre en el campo ¿Por qué queremos domar a este caballo? ¿Por qué queremos ponerle un yugo y condenarlo a arar el campo de nuestras vidas? Peor aún ¿Por qué necesitamos a otro caballo para arar ese campo? Nos limitamos a un modelo estándar que lejos de explorar nuestras posibilidades nos confina.

A un nivel tan intrínseco, tan básico, tan íntimo no existen estas reglas. El caballo sigue indómito. Nadie puede domarlo, sólo espera la oportunidad de escapar. En efecto, pueden ponerle un yugo, pero no le quitarán la libertad. Ella está allí; con él porque es parte de él. En el momento menos espirado el caballo desbocará, destruyendo el campo que le quitó su libertad. En un nivel más práctico todas aquellas emociones que suprimimos por aquella cosa llamada “amor” volverán a destruir todo aquello falso y antinatural que creamos alrededor de nosotros. Yo no quiero tener el amor de mi vida, quiero tener muchos. Es como comer o sólo una vez en la vida.

Como siempre digo “¿Por qué tener uno cuando puedes tener dos?”. Tengamos muchos y al mismo tiempo. No dejemos que el sexo y el género limiten nuestros espíritus. Rompamos las reglas; mejor: ni siquiera hagamos de cuentas de existen. No rebajemos al placer al nivel del “amor”. “Hacer el amor” ¡qué pendejada más grande! ¿A qué tememos? Cuando el sol estalle nada importará.

Todo esto que consideramos amor no son más que construcciones sociales. En el mejor de los casos “ideas folclóricas” a las que neciamente nos queremos aferrar. ¿Ha visto “Juego Macabro”? Es igual. Un status quo establecido espera que nos automutilemos para salvar nuestras vidas; para tener una existencia pobre y limitada.

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