Nuevo Artículo: Soy un pasivista


“La bisagra que rechina es la que consigue el aceite”
Malcolm X

Después de analizar el lado marica de mi vida, he llegado a una conclusión: soy un pasivista. Bueno, la verdad la palabra ni siquiera existe en el diccionario, pero tenía que darle un nombre a estar ¾ entre el clóset y ser un maricón público activista. Además de acomodadiza y conveniente, mi posición es una aspirina ética para los dolores de consciencia. Es súper práctica: involucrarse, sin estar involucrado del todo.
Debo reconocer que no es la mejor posición de todas, pero encaja bien entre mis dudas al movimiento gay y mis circunstancias. Desde mis dudas me pregunto: ¿es en realidad activismo lo que vemos en Ecuador?, y desde mis circunstancias ¿vale la pena arriesgar el pescuezo por eso? La respuesta políticamente correcta –y la únicamente permitida– sería sí. Yo no debería hacerme siquiera la pregunta ¿Cómo puedo declararme admirador de Rosa Parks, Nelson Mandela, Simone de Beauvoir o Gandhi sin hacer nada en pro de mi marica existencia? ¿Será que además de gordo, feo, pobre, tonto, neurótico, antisocial, pedorro y acomplejado soy además hipócrita y cobarde? Muy probablemente, pero mis reservas hacia el quehacer GLBT no son tan infundadas después del todo.
Objetivamente no existe un movimiento gay nacional. Por cuestiones que desconozco el activismo es una cuestión Quito/Guayaquil. Aunque ya estamos acostumbrados al centralismo bicéfalo, lanzo el primer cuestionamiento: ¿Qué hacen estas organizaciones fuera de sus ciudades? Si la meta es promover la igualdad plena de los GLBT debería entenderse que esto incluye a aquellos que no viven en esas ciudades. Los derechos GLBT trascienden la geografía por lo que, si me abandero de la lucha y le doy tintes nacionales, debería tener una estrategia nacional. Más allá de la Mariscal o la Pedro Carbo también hay gais. El tema se vuelve más delicado si –como se afirma– existen fondos y apoyo público de por medio. Así que  ¿Cuándo veremos el orgullo gay en Yaguachi o Latacunga?
Hablando de estrategias cabe hacer una pregunta: ¿Existen? Es decir, ¿cuáles son los planes de acción, las metas a corto, mediano y largo plazo, los proyectos, los resultados, etc…? ¿Se han rendido cuentas? ¿Son transparentes y participativos los procesos de las organizaciones GLBT?
Otra piedra: ¿Por qué nos aferramos al cliché? En un marco de diversidad, todos tenemos nuestro espacio. Siendo que la condición GLBT es tan abarcadora… ¿Por qué el orgullo gay muestra el cliché de plumas, travestis, victimización y “color rosa”? Desde mi perspectiva, es ese uso del cliché el que no genera adhesiones a los movimientos GLBT. No se puede, por ningún motivo, privar a travestis y drag queens de su derecho de participar. Deben, por derecho, manifestarse y ser oídas. Pero ¿cuál es el espacio para los que no lo son? ¿Qué espacio tienen dentro de estas organizaciones y su accionar los ancianos, jóvenes, negros, indígenas y los subgrupos gay?
Finalmente quiero hacer un serio reparo a las organizaciones GLBT: La politización que están tomando los derechos GLBT. La equidad ante la ley y la protección legal no son cuestiones de “derecha” o “izquierda”; están por encima de ello. Es rechazable que activistas y/o políticos tomen esta causa para la promoción de partidos políticos. Si bien es cierto que debemos aprovechar la apertura de las autoridades, un derecho no se puede poner a merced de intereses partidistas. Asociar estos derechos a un partido político pone en peligro todo lo conseguido ¿qué pasará el día de mañana cuando esos políticos ya no estén en el poder? Por simple asociación los derechos GLBT tampoco estarán en vigencia.
Pasando de mis dudas a mis circunstancias -y a las circunstancias del movimiento gay- tengo que reconocer, pese a mis reparos, su valioso aporte a la sociedad.
Pueden ser las locas histéricas que arman alboroto en la calle: pero son las locas histéricas que tienen más huevos que yo. Siendo un suicidio social, laboral, profesional ser abiertamente homosexual ellos se arriesgan. Más allá del mariconeo de las discos en la que muchos se quedan, ellos han entendido que defender lo que se es un compromiso con uno mismo.
Tuve la oportunidad de participar, vía e-mail, en todo el proceso que representa hacer una réplica a los odiadores que salen en TV. No es fácil. De igual manera no es fácil tener que aguantar el rechazo de la sociedad y la indiferencia de los colegas maricas. Es admirable su labor pese a las condiciones adversas, las limitaciones y los rechazos que reciben.
Finalmente; si no te involucras no estás en posición de reclamar. Ellos reclaman para sí lo que quieren para sí. No coincido con muchos puntos de vista de los activistas. Y en más de una ocasión, cuando los he visto aparecer en TV he pensado: este pobre idiota ni siquiera sabe lo que dice; no debería estar allí. Pero ese pobre idiota está allí porque yo no me involucré. Ese pobre idiota lucha por lo que él cree que es lo correcto y si es su punto de vista está bien, porque él decidió arriesgarse: algo que la mayoría no hace. Y este pobre idiota, que escribe todas las aberraciones por las que es tan criticado, se tomó el trabajo de escribir esto porque es su manera de involucrarse. Esta es mi columna y desde aquí, desde mi actitud pasivista, desde mis limitaciones o simplemente desde mi cobardía digo lo que pienso.
Quizá algún día deje mi actitud pasivista, tenga los huevos suficientes y cree el FLM (Frente de Liberación Marica). Me internaré en la selva, seré el dirigente de maricas espectaculares estilo Rambo y haremos todo lo que se ve en esas películas selváticas de Kristen Bjorn. Quizá mi revolución marica tenga éxito y me lleve a ser el dictador del país por los próximos 50 años (porque además de gordo, feo, pobre, tonto, neurótico, antisocial, pedorro, acomplejado, hipócrita y cobarde soy MEGALÓMANO). Y así, según el método castrista seré el amo de este país… y si quieres detenerme o aliarte ¡Involúcrate! Que nadie decida por ti.

Comentarios

Entradas populares