3, 2, 1... ¡No sé Bailar!

Murder on the dancefloor...


La escena del crimen

¡Vaya vergüenza la del viernes! Con el fin limar asperezas, Sylvia le sugirió a la jefa que hagamos una hora de rumbaterapia. Allí, frente a todos los mocosos guapos que me recurdan lo viejo y feo que soy me tocó dar brincos y saltos. Algo que no estaba tan mal exceptuando el detalle que no sé bailar. Pues bien, mientras me preparaba mentalmente para tan terrible experiencia, alguna chica recelosa y chata creyó que su insípido culo era un deleite visual del que no era digno y me mandó a la primera fila. Ya en la primera fila, caí en medio de una embarazada y un cubano, y al frente de la instructora. Cuando empezó la música la instructora (con características similares a la de la canción de jarabe de palo), empezó a moverse como un trompo. Admirado por verla, llegué a la conclusión que la morena era un ser más evolucionado: quizá con tres o cuatro articulaciones más que yo. Mientras estaba absorto en sus capacidades y mi incapacidad; la embarazada se movía para la derecha y su barriga para la izquierda y el cubano mostraba sus amplísimas habilidades dancísticas (que yo sospecho aprendió en el Tropicana). Mi terrible baile hizo que la instructore se pusiera  a lado mío y me enseñara. Me dijo que sonriera, y yo hice uso de mi risita angustiosa. Empezó a bailar, ella por la derecha... y yo tan lento, por la izquierda. La rumbaterapia siguió y ella -posiblemente rendida- siguió con los demás. Yo, por mi parte, me fui discretamente hacia atrás y me fugué recogienco los pocos trocitos de lo que quedaba de mi moral.

Comentarios

Entradas populares