Porno, por Dios



No hay ninguna diferencia entre las dos imágenes de arriba.

Una tienda en Estados Unidos, "Art by God", se especializa en vender fósiles, taxidermia y todo lo que debería estar en un museo de ciencias naturales. La filosofía de la tienda dice que ninguna obra humana puede superar la belleza de los animales y de las plantas... es arte hecho por Dios. Pues bien, he descubierto que Dios no sólo hace arte, también hace porno: un porno único matizado de la belleza que nuestra mogigatería no alcanza a analizar. Las flores son sexo puro y duro, semejantes a una mujer despatarrada mostrando a quien pase su vagina o un hombre exibhiendo a todos su enorme verga. Estambres que se levantan como penes con furiosas erecciones, estigmas cual vaginas y culos ansiosos... todo es sexo.
Quizá son las flores el sexo bello: tanta variedad, tanto color, tanto olor. Palidecemos  a su lado: no tenemos esa profusión. Todas las plantas exhiben gozosas su sexualidad, nos deleitan con ella. Nos gustan tanto que compramos su sexo y los regalamos. Disfrutamos del sexo vegetal sin culpa ¿por qué no hacerlo con nuestro propio sexo?
No sólo vemos y olemos... también comemos. Las flores son placer, un placer para todos los gustos. Las rosas son un placer vulgar que ha perdido encanto, similar a la tetona peliteñida; una belleza perfecta y artificial. Prefiero las orquideas: exóticas, como un amante extranjero. Me gustan los fálicos cartuchos, se me hacen como un hombre con una erección embutido en calzoncillos blancos. Me gustan las amapolas, la flor del maracuyá (flor de la pasión), la flor del paraíso... Las flores que devoraremos: higos, duraznos, uvas, manzanas ¡Forma, color y olor... un orgasmo que termina en mi boca!

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