Conclusiones plutas

Really, really touching!

Hace unas semanas, con el pretexto de la "integración", fuimos a alcoholizarnos Ma. José, Paola y Yo. No me gusta el alcohol ¿Cómo podría gustarme si ni siquiera me gustan los caramelos? Siempre evado este tipo de invitaciones, pero tenía que hacerlo: necesito hacer más vida social. Todo requiere un sacrificio y yo tendría que hacer el mío.
Me quedé maravillado con el alcohol: tiene tal poder en la gente que ahora entiendo porqué las intenciones de prohibirlo fallan miserablemente. Desde mi punto de vista, el poder del alcohol no reside en la capacidad de estupefacción, sino en que es un "paréntesis social". Cuando la gente bebe, lo hace porque necesita un respiro a la máscara. El alcohol otorga una especie de tregua social. La gente bebe para retomar fuerzas, le da cierta fluidez a la consciencia.
Paola necesitaba olvidarse de su fracaso en el banco, Ma. José quería evadir tanta mierda que hay en el hospital y yo quería tener algún recuerdo de mi época universitaria que no sean mis cuadernos. El alcohol es una experiencia mutua. Es como comer, pero más profundo. Es compartir la intimidad, el sentimiento de abandonarse, tener una experiencia sentimental con otro. 
Ese estado de desnudez emocional no es gratis; nos vuelve vulnerables. Esa vulnerabilidad es peligrosa para nuestras pretensiones, nuestras poses... Ahora entiendo eso de "Hay que saber con quien emborracharse". Cuando la gente se emborracha, sale de la armadura. Conocer a un borracho es conocer a la persona sin la armadura. Emborracharse con el prójimo es intimar con el prójimo.
Un par de años atrás me gustaba dar vueltas sobre mi propio eje, hasta sentir ese exquisito mareo. Me gustaba dar vueltas hasta no poder permanecer de pie. Aquel vértigo me brindaba esa extraña sensación que el mundo giraba rapidísimo y que en cualquier momento saldría expulsado de la órbita terrestre. Me gustaba acostarme y ver con los ojos entrecerrados como el mundo se iba "enderezando". Quizá era mi manera de alcoholizarme (en un sentido más amplio de la palabra), Yo lo hacía porque me brindaba un atontamiento tan relajante...
En mí, me sorprendió esa capacidad se ser yo mismo. Supuse que estando borracho perdería noción de mí, de mis actos. Extrañamente, seguí siendo yo mismo. Me sentía más liviano. Crecí como persona: pude comprender a la gente en una nueva dimensión. También me siento feliz, yo sólo sentí el atontamiento propio del alcohol: no hubo careta que quitar… ahora sólo me falta tener algo interesante que mostrar.

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