Dos son compañía, tres son alegría


Se va agosto. No podría dejarlo ir sin agradecerle mi primer trío. El 23 de este mes, pasará a mi calendario personal como una fecha para el recuerdo (¿y la reflexión?) ¡Al fin tuve mi primer trío! Cuando uno tiene sexo con valor agregado y hace de cada polvo un polvo una auténtica experiencia sexual, no se puede más que sentirse agradecido con la vida.
Fue como perder la virginidad de nuevo. Castañeteaba los dientes y estaba con esa mezcla de miedo y curiosidad. La primera vez que sentí esa sensación de miedo y curiosidad fue cuando quise visitar sólo un cementerio de noche (aunque a la final el miedo me ganó). La segunda fue cuando perdí la virginidad y ésta es la tercera ¿Volveré a sentir esa sensación tan deliciosa? ¡Quizá debería retomar la idea de visitar el cementerio!
Dejando el cementerio y regresando a la cama, el trío significó para mí la resurrección de mi posición en pro de las relaciones de tres. Fue como una hipótesis que finalmente sometí a experimentación. Aunque todavía me falta someter otras hipótesis a experimentación, mis primeras conclusiones apuntan a un tercero en concordia.
Creo que el modelo bipolar heterosexista desaparece en una relación de tres. Es más: ¡hasta pude imaginarme en una relación! Aunque mis sujetos de experimentación son colaborativos (y complacientes) tienen limitantes que me impiden de lleno sacar una “propuesta de vida”. Por lo pronto seguiré “experimentando” ;)

Un vídeo ilustrativo:

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