Cambiando de miedos bobos


En otro tiempo esta imagen me paralizaría; Ahora me fascina... ¡me hace pensar tanto!

La semana pasada, después de mucho tiempo volví a tener pesadillas. No son comunes; mis pesadillas y sueños eróticos son escasísimos y ocurren en intervalos de meses. Y eso fue lo extraño: tuve dos en la misma semana. Siguen siendo cosas sin sentido: en la primera, un grupo de terroristas SWAT me secuestraba y en la segunda, una culebra me mordía el pie derecho. No fueron el escuadrón SWAT o la culebra lo que volvió eso una pesadilla, sino el saber que mi integridad estaba en peligro: en el primer sueño tenía que saltar y en el segundo tenía miedo que me amputasen el pie.
Me he psicoanalizado y creo que esos sueños son una expresión a quedar discapacitado o deforme. Lo curioso es que mis pesadillas ya no son las de antes: han cambiado. En mis pesadillas más tradicionales, siempre me atacaba un perro grande (mi versión “favorita” de quedar desfigurado). Desde que decidí morder al perro (en sueños) ya dejé de soñar. Y de hecho, aunque me siguen dando miedo los perros grandes, creo que lo atacaría si me ataca. En fin, espero nunca tener que hacerlo.
Regresando a las pesadillas y miedos bobos, siguen existiendo. Están por ejemplo mi miedo a morir, a quedar discapacitado y/o desfigurado y/o la tristeza que me provoca perder a mi mamá y a mi abuelita. Lo que me gusta de esas pesadillas es que son miedos reales, son miedos “más inteligentes”. De niño tenía muchas pesadillas, Freddy Krueger, Lorena del Villar (una de las villanas de las telenovelas que veía mi mamá) y mis “favoritas” abducciones extraterrestres.
El miedo es adictivo y yo era adicto a la sensación de miedo. Me encantaba ver los programas de misterios y los de ovnis eran mis favoritos. Creo que fue mi primer “cambio de miedo”: cuando ya racionalicé que los seres a los que temía no eran reales, dejé de pensar en ellos. El miedo a los enanitos verdes me viene de “Fire in the Sky”, la vi cuando era niño y quedé aterrorizado. Eso y los especiales ufológicos de Teleamazonas, me dieron mucha angustia para entretenerme hasta llegar a la adolescencia. En mi etapa de puberto y maricón, el miedo era que me descubrieran ¡ése sí que era un buen miedo! Pero, al igual que los otros miedos, llega un punto de racionalidad y el miedo desaparece.
Si hoy viese un platillo volador y extraterrestres no me asustaría… creo que ellos me tendrían más miedo a mí por mi cara de emocionado. Les pediría que me lleven a su planeta, vivía fascinado con ellos, tratando de conocerlos. Sería la aventura de mi vida. Pasaría exactamente lo mismo si llegase a ver a un fantasma. De hecho, si viese un fantasma sería un hombre totalmente libre de miedos: se esfumaría mi miedo a morir, el miedo al fin absoluto.
Racionalizar mis miedos sólo me dio un miedo, el “definitivo”: el miedo a morir. Es esa racionalidad, esa visión objetiva que se llevó a fantasmas, ovnis y villanos de TV la que me trajo el miedo real. Morir, el fin absoluto. El fin de todos y de todo un fin para el que no hay esperanza de consuelo. El miedo que visita cada noche, desde que era niño y al que siempre espantaba con la creencia del paraíso.
Tengo miedo a morir desde niño. Creo que tuvo algo que ver una película en donde enterraban vivo a un sujeto y asistir a un funeral el mismo día. Era un miedo que tuve bajo control hasta que esa misma racionalidad que me sirvió para combatir los otros miedos me jugó una mala pasada. Morir es un hecho objetivo y comprobable, un hecho avalado por la ciencia… y el alma no. Cuando te mueres todo se acaba ¿Ahora entienden por qué me gustaría ver un fantasma?
Cuando estoy en mi cama, de noche, ya no me asusta el crujir de la madera que suena como los pasos de algún monstruo. Ya no cierro los ojos y me escondo entre las cobijas o canturreo para darme valor. No espero encontrarme con marcianitos al pie de mi cama, con fantasmas o villanos de TV. Es un miedo tranquilo y doloroso. Despierta una desesperanza tan grande…. Siento que toca mi corazón. Lo envuelve con su mano y lo sopesa. Me dice: “yo soy real y no hay escapatoria”
Allí está Tánatos, sólo puedo evadirlo con fantasías sexuales, pornografía y masturbación (me gustaría que fuese sexo, pero no lo siento cuando estoy acompañado) ¡qué freudiano soy! Aún así es mejor que tener miedo a cosas que ni siquiera existen... un progreso es un un progreso :/
En fin, aquí unas de las causa prima de mi miedo a los extraterrestres: la escena de la abducción de “Fire in the Sky”:
¡Muy buena peli!

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